Probablemente y sin saberlo, cada día estés contribuyendo al deterioro del planeta de la forma más sencilla posible

¿Qué te vas a poner hoy?

La industria de la moda es la segunda más contaminante del planeta después de la del petróleo.

Si utilizas,

Poliéster – la fibra sintética más usada a nivel mundial en la que se utilizan cada año 70 millones de barriles de petróleo y que tardará más de 200 años en desaparecer.

Rayón, viscosa o lyocell (tencel) – tejidos producidos con fibras artificiales pero a partir de celulosa extraída de la talación de 70 millones de árboles cada año.

Algodón – el cultivo que más plaguicidas consume, 24% de todos los insecticidas y el 11% de todos los pesticidas del mundo afectando la tierra y el agua.

Su cultivo necesita una gran cantidad de agua, incluso si el algodón es orgánico puede haber necesitado hasta más de 19.000 litros de agua.

¿Cómo están nuestros ríos?

Un 20% de las aguas residuales del mundo provienen del teñido y el tratamiento de textiles, lo que la convierte también en la 2a industria que más agua limpia contamina, 93.000 millones de metros cúbicos de agua cada año, una cantidad suficiente para que sobrevivan 5 millones de personas.

¿Cómo están nuestros mares?

El 35% de los microplásticos liberados en los océanos de todo el mundo proceden de textiles sintéticos.

Cada año se tiran al mar medio millón de toneladas de microfibra, lo que equivale a 3 millones de barriles de petróleo.

Cada vez que ponemos una lavadora, más de 700.000 fibras microscópicas llegan a los mares siendo engullidas por la vida marina e incorporados finalmente a la cadena alimentaria.

¿Cómo está nuestro aire?

El 8% de los gases de efecto invernadero son ocasionados por la producción de ropa y calzado.

Sabías que,

La masa mide la cantidad de átomos o partículas que contiene un cuerpo y el volumen es el espacio que ocupa ese cuerpo.

Por lo tanto, como todo aquello que existe tiene volumen, ya que ocupa un lugar en el espacio, y tiene masa, de ahí la importancia de qué esté compuesta esta, podemos conocer cómo y cuanto tardará en descomponerse un cuerpo y el espacio que ocupará ese cuerpo durante todo ese tiempo.

¿Te has parado a pensar en la cantidad de basura que generas y cuál es su destino?

Solo en el ámbito textil, cada segundo se entierra o quema una cantidad de textiles equivalente a un camión de basura.

En los últimos 20 años, el consumo de ropa en el planeta ha aumentado un 400%, aumentando a su vez las emisiones de CO2 y la generación de residuos, con una previsión de aumento para el 2030 de entre el 50% y el 63%, cifras poco alentadoras, y más aún, si hablamos que el promedio de uso de una prenda nueva son 7 puestas antes de ser desechada.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

A finales del siglo XX, con la reducción de barreras en el ámbito económico, como aranceles, derechos de importación y exportación, y la reducción de restricciones al movimiento de capitales y inversión, el desarrollo del comercio internacional se intensificó.

Esta globalización aceleró los procesos de deslocalización y externalización de muchas empresas transnacionales que, encontraron acceso a pequeñas y medianas empresas de las que aprovecharse intensamente a un coste menor.

Todo este proceso se dio en una época de crisis económica y como consecuencia de la pérdida de poder adquisitivo, en una sociedad meramente consumista como la nuestra, estos productos baratos encajaron a la perfección.

En época de postcrisis, el consumo de estos productos se mantuvo ya que permitía cambiar de ropa con más frecuencia, lo que hizo que los hábitos de los consumidores también cambiasen y así la industria, pasar de producir dos temporadas a producir más de seis y poder ofrecer al consumidor nuevas piezas con una calidad inferior y en un período de tiempo menor, lo que hoy conocemos como Fast Fashion.

Nuestras cosas son nuestra responsabilidad, que dejen de ser nuestras cosas también.

Desaprender para aprender

Es importante conocer cómo se consigue la materia prima y los procesos de producción por los que pasa un determinado producto, pero igual de importante es consumir de forma consciente, considerando la vida útil que tendrá contigo aquello que consumas y su destino final.

Aprovechar el uso y la eficiencia de recursos naturales y materiales existentes, que generen el menor impacto posible y trabajando en conjunto por un bien mayor y común, será la única manera de avanzar seguros.

Si tuviese que elegir una sola palabra que pudiese dar respuesta al mundo presente, sería equilibrio. Sencillo ¿no?

Hasta hace un tiempo no era consciente de la importancia del equilibrio en la vida, de lo que significa realmente, de cómo de desequilibrados estamos, a nivel social y personal, y de cómo arrastramos al planeta a nuestro desequilibrio.

Lo curioso es que el equilibrio es como la gravedad y el planeta fluye con ellos, así que, el planeta sí o sí buscará equilibrarse, tantas veces como tanta presión reciba, a más desequilibrio más resistencia ofrecerá y muestras de ello nos da.

¿Has observado alguna vez a la naturaleza y a los animales?

¿Cómo funcionan?

¿Qué interconexiones los unen?

¿Qué lazos los conectan?

Cubren sus necesidades, muchas veces de forma recíproca, se retroalimentan y no generan desechos que no puedan ser absorbidos y/o aprovechados, creando un círculo cerrado en un sistema perfectamente equilibrado, en un sistema que simplemente fluye.

La Tierra, como madre, ha dado vida a todo aquello que la habita y lo ha conectado en esencia con todo lo que le rodea, sin hacer diferencias entre especies, un todo en forma de energía, en forma de vida que se alimenta de la misma fuente, que necesita de la misma agua, que necesita del mismo aire, que necesita de la misma tierra.

A pesar de toda esta disposición, no parece que nosotros fluyamos.

Los seres humanos nacemos en estado de pureza, inocentes y libres, conectados con la Tierra, pero a medida que crecemos y maduramos, por cuestiones sociales, nuestra energía se densifica generando prejuicios y miedos y dando paso al ego, que brota de nuestra inconsciencia y distorsiona nuestra realidad, para acabar automatizados y desconectados de nosotros mismos y de nuestro entorno, creando a su vez, pequeñas burbujas de distracción y comodidad que generan espejismos de felicidad.

Esta energía ni se crea ni se destruye, la energía crea o destruye, tú decides donde enfocarla. Puedes moverla, transformarla y conectarla con el resto de energía que fluye constantemente a nuestro alrededor. Puedes vibrar con la vida para que la vida pueda vibrar contigo. Puedes dejar de lado el ruido externo, escuchar tu ruido interno, equilibrarlo y cocrear con el universo, para que este pueda mostrarte la verdadera abundancia.

No deberíamos pasar de puntillas por la vida, cualquier cosa que tengas que hacer ahora, no importa lo que sea, ni a que te dediques, hazla con involucramiento absoluto, así podrás experimentar la dulzura de lo que significa ser consciente.

Economía consciente

Hemos de ser eficientes en el aprovechamiento de los recursos naturales, no acabar con ellos, hemos de poder nutrirnos de estos y ser capaces de devolver nuestra parte, de ser correspondientes, responsables y agradecidos, hemos de ser capaces de cerrar el círculo y mantener el equilibrio.

La economía circular redefine qué es el crecimiento y cómo se llega a él, devolviéndole el valor a aquello que realmente lo tiene, aprovechando el uso de los recursos y alargando la vida útil de los productos, dejando de consumir recursos finitos y trasladando los residuos del final de la cadena de nuevo al principio, generando prosperidad y beneficios para el conjunto de la sociedad y cerrando así el círculo.

Consume de manera consciente aquello que se alinee contigo y conoce el valor real que se esconde detrás.

Reduce, recicla y reutiliza, hay un mundo fascinante y un enorme aprendizaje en las segundas oportunidades. Ver como algo en su forma o en su esencia se transforma, de cuantas maneras algo puede ser utilizado, quitarle capas, dejar de ver las cosas como son y verlas como pueden llegar a ser, no solo puedes conseguir resultados increíbles en el objeto en sí, sino también en ti. La sensación de satisfacción por poder aprovechar o reutilizar algo o la experiencia de haber creado o transformado ese algo, muchas veces con tus propias manos, es difícilmente descriptible, a parte de ser una mágica y económica forma de practicar la conciencia plena, desarrollar habilidades y conectar con tu amor propio.

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